Un terno “a la francesa” y un vestido “camisa”, trajes del mes de junio del Centro Museístico Charo Acero

Dos piezas de la moda Imperio que cuentan un cambio de panorama en la historia de la moda

El traje del mes del Museo del Traje, colección de indumentaria histórica y popular del villanovense Eduardo Acero,  estará expuesto como cada mes en la calle Carrera nº 13. En esta ocasión consta de dos piezas, un terno “a la francesa” de 1780 y un vestido con cola de muselina bordada que data de 1805.

El primero, se trata de un atuendo masculino compuesto por tres piezas: un calzón, una casaca de seda marrón con bordados policromos y una chupa de seda bordada. Por su parte, el vestido con el chal de muselina bordado es una única pieza cargada de complementos: abanico, zapatos de seda, pendientes de oro y corales del Mediterráneo. Ambas piezas decoran la vitrina junto a un espejo ovalado de terciopelo granate decorado con un cordón de hilo de oro y borlas.

 


La segunda mitad del siglo XVIII fue una etapa convulsa en la que se sucedieron numerosos y muy diversos acontecimientos en Europa y América. El reglamento real regía la indumentaria de cada clase social y los atuendos de las esferas más altas se caracterizaban por ser los más sofisticados. Con la Revolución Francesa (1789) la gente se volvió más austera, y con ello, la moda cambió. Se dejaron de ver los corsés, el miriñaque, los encajes y las voluminosas pelucas que caracterizaban a la élite francesa. En el caso de los vestidos de las damas, el cuerpo era sencillo y pequeño, ajustado con talle debajo del busto, con un escote recto y muy bajo que dejaba el cuello descubierto. Desapareció la cola, aunque este ejemplar aún la preserva, y se empezaron a llevar las “mangas globo” o “mangas balón” que recibieron este nombre por su forma redondeada.

 

Además, las mujeres adoptaron el peinado a la griega e incluyeron en sus conjuntos accesorios como las peinetas de metal o los peines carey y las chaquetas Spencer o los rendingotes, que eran abrigos más largos que en sus orígenes fueron de uso masculino y perduraron hasta la década de 1830.

Respecto al traje masculino, diferenciamos tres elementos clave: el calzón, la chupa y la casaca. Sobre la ropa interior, los hombres se colocaban su calzón, que les cubría desde la cintura hasta las rodillas, y una camisa blanca. Después se ponían la chupa, una especie de chaleco que cubría la camisa y que finalmente completaban con la casaca. Esta pieza era la parte más visible del conjunto, una chaqueta de cuello alto que llegaba hasta las rodillas.

 

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