El uso de animales de tiro se remonta a varios miles de años, sobre todo a partir de la invención de la rueda en la Edad de los Metales, período de la historia que va desde el año 6000 a. C. al 1000 a. C. En un principio se utilizaban para labores de agricultura pero, posteriormente, fueron empleados para accionamiento de máquinas, movimiento de molinos y norias, tiro pesado y tiro ligero, entre otras tareas. Los principales animales de tiro son los équidos (caballos, burros y mulas) y los bóvidos (bueyes).
La palabra “collera” es un sustantivo femenino que alude, entre otras acepciones, a un collar elaborado, generalmente de lona o cuero y relleno de paja, que se coloca en el cuello de las caballerías y los bueyes. En la Sala de Ganadería de este museo se exhibe una collera, que es la parte del arnés del caballo empleada para repartir la carga en el cuello y hombros del animal cuando arrastra un carro o un arado.
Este collar supuso una mejora respecto al yugo, ya que redujo la presión sobre la garganta del animal y le permitió emplear toda su fuerza al arrastrar, porque le facilitó tirar con sus cuartos delanteros a través del collar en lugar de hacerlo con los hombros, como sucedía al utilizar el yugo.
La collera fue una evolución importante en Europa al posibilitar el reemplazo de bueyes por caballos para arar. De ese modo se potenció la economía, se redujo la dependencia de la agricultura de subsistencia y se permitió un importante desarrollo de la industria, la educación y las artes al facilitar la creación de grandes núcleos de población con sus mercados.